El tratado de los objetos musicales y la enseñanza del análisis conjunto de la imagen y el sonido (página 2)
Este segundo problema no sólo tiene como
propósito clasificar y describir el universo sonoro,
además, persigue describir los mecanismos a partir de
los cuales ese ordenamiento se realiza. Habría entonces,
dos sub – problemas:
Uno plantearía la pregunta acerca de la
posibilidad de clasificar y describir el universo de los
sonidos, que podemos denominar teoría del Objeto
sonoro.5
El otro, está en relación a la pregunta
acerca de los mecanismos de la percepción sonora y
musical, es decir una teoría de las posiciones de
escucha, a partir de "escucharse escuchar" como
diría Schaeffer.6
El tercer problema musicológico es el problema
del valor. Es decir, los estados posibles que un objeto
sonoro adquiere a partir de su marco de referencia en un
sistema musical. En otras palabras, toda música implica
un género de objetos musicales, esto es, objetos que
comparten características comunes y en virtud de ello,
hacen posible la emergencia de cierto valor. La música
de la tradición occidental se ha conformado con objetos
cuyo carácter fundamental es su alto grado de tonicidad,
al tiempo que sus otras variables quedan relativamente
neutralizadas. Esto hace que se haga posible la
percepción de las diferencias de altura y en
consecuencia la construcción de un determinado tipo de
sistema de referencia.
Cada sistema musical presupone, por lo tanto, la
elección de cierto género de objetos musicales. Es
posible confrontar objetos de un mismo género (distintos
de los objetos utilizados por la tradición) para
verificar qué valores ponen de relieve. Como resultado
de esta última operación se hace posible imaginar
nuevas formas de organización sonora y
musical.
Taxonomía es la ciencia que
estudia, explica y ordena entidades de algún tipo. La
taxonomía schaefferiana constituye el ordenamiento
jerárquico de la diversidad de "objetos sonoros". Las
"categorías" que Schaeffer utiliza para su
taxonomía son las siguientes: Tipo, clase, género y
especie
sonoro hace referencia a la clasificación y
descripción de los objetos sonoros.
Una lectura
pedagógica
Otro modo de entender el trabajo de Schaeffer, tal
vez menos usual, es como herramienta para enriquecer la
percepción sonora, es decir una suerte de
aplicación pedagógica de la tipología y la
morfología. Beatriz Ferreyra, en el prefacio al
Solfeo del objeto sonoro escribe:
"La clasificación del solfeo no es en
sí una finalidad, sino una herramienta de trabajo que
afina, amasa y hace consciente, la percepción de lo
sonoro y por extensión, la percepción del
fenómeno musical" (Schaeffer; 1998:
prefacio)
- 5 El objeto sonoro es un la unidad de
análisis sonora elemental. Esta noción hace
referencia al sonido en tanto "aquello que se oye", con
independencia de la fuente que lo produce, el sentido y
los datos físicos. - 6 P. Schaeffer realiza una reflexión
acerca de las posiciones de escucha. Este es un asunto
complejo y enrevesado. Sin embargo para que el lector se
haga una idea, podemos decir que existirían tres
posiciones de escucha. La escucha causal hace referencia
a la fuente que produce el sonido; la escucha
semántica está relacionada al sentido, es decir
el sonido, en este caso, funciona como el soporte de un
discurso; y la escucha reducida atiende a las cualidades
intrínsecas del sonido. Los continuadores de la obra
de Schaeffer han enriquecido el inventario de posiciones
de escucha. Según creo esto puede dar origen a una
suerte de antropología de la escucha.
En un sentido similar, Michel Chion
plantea:
"Nuestra hipótesis es que la exigencia de
precisión verbal activa es un medio primordial de
afinación y cultivo de la percepción"(Chion;
1999:378).
Así mismo, Delalande, en su libro de
pedagogía "La música es un juego de
niños", titula un capítulo con el nombre de
"Palabras para describir sonidos". Allí nos
dice que si nuestro vocabulario para describir sonidos es
acotado escuchamos pobremente, es decir, se necesitan
palabras para escuchar. Más adelante
agrega:
"En el comienzo de la música concreta
Schaeffer se encontró con colecciones de ruidos
grabados, con los cuales quería hacer música y
confrontado a un problema de clasificación y de
descripción. Entonces buscó palabras que
permitieran analizar todos los sonidos…" (Delalande;
1995: 58)
Es claro que en estas tres citas existe algo en
común. Y eso es que el trabajo de Schaeffer, puede ser
entendido como un medio para maximizar la
escucha.
Y en este sentido es que interpreto como una
consecuencia del trabajo de Schaeffer su aplicación
pedagógica. De hecho la tipo- morfología
schaefferiana ha derivado en una pedagogía musical.
Los trabajos de F. Delalande en Francia (Delalande; 1995) y
Carmelo Saitta en Argentina, son prueba de ello (Saitta;
1997).
Enseñanza de un
análisis conjunto de la imagen y el
sonido
El trabajo de Schaeffer además de su
derivación pedagógica, ya comentada, ha impactado
en el ámbito del audiovisual. Toda la obra de Michel
Chion es una prueba de ello (Chion; 1993; 1999 ). En
nuestro medio Carmelo Saitta también ha publicado
trabajos de inspiración schaefferiana relativos a la
banda sonora en el audiovisual (Saitta; 2002).
Tanto la derivación pedagógica como la
del audiovisual son las que en el contexto de esta
publicación resultan de interés para
nosotros.
El análisis del audio- visual tiene, entre
otras funciones, un valor didáctico. Los ejercicios
analíticos nos enseñan a deconstruir la obra con
el objeto de comprender su estructura y su funcionamiento,
captar las leyes de composición y adquirir una mirada
y una escucha atentas. (ver Casetti; di Chio; 1991:
introducción).
Sólo como ejemplo, uno entre otros, haré
mención a un ejercicio cuyo propósito es
comprender las múltiples relaciones entre la imagen y
el sonido. Este ejercicio, que además de ser una
técnica de investigación funciona muy bien como
técnica de enseñanza, es la que Chion denomina
método de los ocultadores (ver Chion; 1993:
174). Esta técnica consiste en reiterar una secuencia
determinada, viéndola unas veces con sonido e imagen,
otras ocultando la imagen y otras cortando el sonido. De
este modo se puede ver la imagen tal como es y escuchar el
sonido tal como es "sin proyectar sobre las percepciones lo
que se sabe de antemano". Y así poder desmontar la
ilusión audiovisual (ver Chion; 1993:15). Una de las
fases más delicadas de este procedimiento es el
momento de la escucha del sonido solo. Escribe
Chion:
Escuchar sonidos, sobre todo sonidos que no
son – o no son sólo- musicales, no haciendo nada
más que escuchar, ¡ es una cosa a la que estamos
tan poco acostumbrados! (Chion; 1993:175)
También es posible atribuir la dificultad del
procedimiento a las escasas herramientas que tenemos a
disposición para describir esos sonidos, que en el
ejercicio en cuestión quedan descontextualizados. En
general oímos visualizando la fuente que produce el
sonido o bien, infiriendo la procedencia del mismo a partir
de la información suplementaria que nos da el
contexto.
Escuchar sonidos sin ver su causa e intentar hacer
una descripción de sus cualidades intrínsecas,
requiere de un entrenamiento. Si acordamos que una de las
condiciones de un análisis conjunto de la imagen y el
sonido, es una rigurosa descripción de cada una de las
dimensiones del audiovisual, se hará necesario
entrenarse en la descripción de los fenómenos
sonoros.
Considero que un trabajo de escucha atenta en
términos schaeffereanos se hace imprescindible en las
clases de sonido en el audiovisual. Al establecer las
relaciones entre imagen y sonido, disponemos de una
cantidad considerable de términos para describir la
imagen y apenas unas pocas palabras para describir lo
sonoro.7
Se hace necesario, en consecuencia enriquecer el
vocabulario de descripción sonora. La
incorporación de la tipo- morfología
schaefferiana a la enseñanza del audio-visual es por
demás adecuada para ello.
7 Además suelen confundirse categorías
de la acústica con categorías de la
percepción. Los datos físico- acústicos
hacen referencia al estremecimiento del aire y los datos
perceptivos a aquello que los sujetos dicen oír. Si
bien se pueden poner en relación, y esa es la tarea de
la psico- acústica, no hay razón para
confundirlos.
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Autor:
Claudio Gabriel Eiriz
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